Crítica marxista del derecho. Materiales para una introducción

Comentario al libro de Raymundo Espinoza

El paso por Bogotá del profesor Raymundo Espinoza Hernández ha sido una feliz ocasión para compartir con sus amigos colombianos la publicación de su libro “Crítica marxista del derecho – Materiales para una introducción”. Un trabajo de gran actualidad, cuando es preciso que la crítica del orden recupere la iniciativa, esta vez con mayor rigor e imaginación, dos rasgos que algunos aprecian como elementos contrapuestos y hasta excluyentes, pero que no pueden sino hermanarse cuando se trata de hacer un aporte históricamente significativo.

No pretendemos hacer una reseña exhaustiva del trabajo de nuestro ilustre visitante. Quisiéramos sí presentar algunas reflexiones que su texto suscita, en el entendido de que un texto es fecundo no tanto en lo que de verdad pueda contener —que no es asunto secundario— sino en cuanto estimule la iniciativa y la creatividad de sus lectores, es decir en cuanto promueva su compromiso en la transformación de la realidad.

De entrada es de resaltar que el texto que hoy nos congrega es un merecido homenaje al maestro Oscar Correas Vásquez, impulsor de una corriente de reflexión y acción en torno a la crítica jurídica desde una perspectiva marxista. Argentino de origen, Correas ha hecho del magisterio en distintas universidades de su país de adopción —luego que las circunstancias políticas de su país lo forzaran al exilio— un espacio para la promoción de una visión del derecho comprometida con los intereses de las mayorías, atenta a las expresiones de sus luchas y fiel al ideal de alcanzar una sociedad emancipada.

Un esfuerzo sostenido sin claudicaciones del maestro Correas y su grupo ha sido la revista Crítica Jurídica que se editó por primera vez en 1984 y que en marzo de este año ha llegado al número 38, luego de un receso forzado de cuatro años efecto de contingencias de la historia. La publicación del profesor Espinoza que hoy saludamos, nos entrega los índices de la revista, en ellos se aprecia la amplitud con la que sus gestores recogen las diversas perspectivas que desde el campo crítico del derecho se presentan no solo en México y Argentina, sino también en Brasil para hablar de algunos países latinoamericanos, pero se recogen también los aportes de autores españoles, franceses e italianos. No voy a leer el largo listado sus colaboradores, lo que resultaría fatigoso. Baste señalar que entre los practicantes de la crítica jurídica y del uso alternativo del derecho, los impulsores del pluralismo jurídico y del rescate de la creación popular en materia normativa, los comprometidos en la plena vigencia de los derechos humanos, los más reconocidos entre todos ellos han encontrado en Crítica Jurídica un espacio que reconocen como propio.

Con satisfacción y con orgullo debemos que nuestra ILSA se asume como parte de esta movilización solidaria de ideas, un movimiento que el profesor Espinoza documenta e ilustra con prolijidad en su libro.

Sea este el momento de proponer una segunda reflexión. En el último tiempo el pensamiento único parece haberse adueñado también de las facultades de derecho y el cerebro de los abogados. Pese a ello todavía quedan mohicanos que se comprometen en la defensa de presos políticos, que ponen su experticia al servicio de los movimientos sociales así el derecho laboral esté reducido a su mínima expresión y la vivienda esté mediatizada por los bancos y la salud y la educación sean negocios altamente lucrativos. Todavía quedan mohicanos que se ponen del lado de las comunidades en su lucha contra el extractivismo y la apropiación abusiva de los bienes comunes. Sin embargo, aprecio que el terreno de la crítica se ha agostado, ante el predominio del derecho imperante y la aparente cooptación de la causa de los derechos humanos y la apertura a expresiones del derecho propio de las comunidades indígenas y la recepción de las acciones afirmativas en los ordenamientos jurídicos. Ahora se trataba de disfrutar sin perspectiva de transformación los intersticios abiertos por la lucha democrática.

Sin embargo, pareciera que esta primavera se está agotando. Han vuelto los golpes de Estado, ahora revestidos de blandura. El Estado ha vuelto a mostrar sus garras antisociales cuando las comunidades se niegan a aceptar el dictado de las trasnacionales y en el Cono Sur ahora la acción de las comunidades mapuches en defensa de sus territorios es tildada como terrorismo, para poner un ejemplo. En el afán por cerrar el paso a cualquier alternativa, Luiz Inácio Lula da Silva es llevado a los tribunales y condenado contra todas las evidencias por hechos que nunca sucedieron, como anuncio de una razzia por venir y que pretende extirpar de raíz la aspiración a un orden diferente. En esta coyuntura están naufragando las ilusiones bienintencionadas, lo cual no nos alegra en absoluto. Pero sí es un panorama en el que muy seguramente recobrará vigor el campo de la crítica. Cabe preguntarse, ¿qué hacer ante el horizonte que parece abrirse?

Sea lo primero, reconocer la dinámica regional latinoamericana que adoptó el movimiento por el derecho alternativo. Una movilización que estuvo lejos de ser cercada en fronteras parroquiales y que pudo alcanzar dimensiones latinoamericanas. Muy seguramente, hoy tenemos mejores condiciones para surtir una dinámica regional: no estamos en la época del fax y el correo físico. El intercambio de opiniones se puede hacer en tiempo real y a bajos costos. El trueque de materiales y documentos se puede realizar de manera expedita. Corresponde volver a tejer los vínculos regionales, hacer fluido el intercambio de información y acordar dos o tres actividades comunes por año, procurando restablecer la lógica del movimiento.

En segundo lugar, en la actualidad son múltiples las razones para impugnar el orden existente. La crisis civilizatoria que amenaza con arrasar lo conquistado en reconocimiento a la dignidad humana. La crisis ecológica que desafía las condiciones mínimas para la pervivencia de la vida. El fascismo social que impregna las relaciones cotidianas de violencia y exclusión. El deterioro de la situación de los trabajadores obligados a empleos precarios, en muchos países con salarios miserables y en condiciones parecidas a las descritas por Dickens en el siglo XIX.

Hoy es posible oponerse al capitalismo desde muy distintas perspectivas: las de las mujeres y la diversidad, por la conquista del buen vivir, el medio ambiente sano y los derechos de la Madre Tierra; contra la discriminación racial y por los derechos de los pueblos; desde las comunidades de fe, por la libertad de conciencia y la libertad de expresión, desde los movimientos sociales, desde la academia, desde los tribunales y los parlamentos. Desde todos los ámbitos surgen las impugnaciones y ninguna carece de validez siempre y cuando se propongan “contra el régimen social y político existente”. Cambiar el rumbo hacia la catástrofe supone una acumulación de masa crítica de tal magnitud que haga irresistibles las transformaciones e irreversible el curso de estas. Esta perspectiva de pluralidad que debe impregnar el campo del derecho alternativo es un anticipo de la diversidad absoluta que debe plasmarse en la sociedad emancipada.

Por último, me pregunto, ¿cómo hacer para que el sofisticado argumentario de los académicos permee la inteligencia y la voluntad de la gente común y corriente? ¿Cómo hacer para que la crítica jurídica anime e inspire a la clase trabajadora y la opinión popular? En mi concepto no es cuestión de medios ni de técnicas de comunicación. El desafío es ganar un campo que no hemos explorado suficientemente. El de la crítica de las relaciones cotidianas en las cuales se han enquistado la ideología y las relaciones propias del derecho imperante, con su legado de patriarcalismo y racialismo, de la hipocresía de la falsa igualdad y de las distintas formas de alienación que niegan la libertad simulándola su realización, de la lógica de las relaciones mercantiles que cosifican la vida, el conocimiento y el placer. En todos estos campos el derecho es legitimación y coartada, hacerlo evidente es una forma de contribuir a una vida más humana.

Profesor Espinoza, su libro nos genera inquietudes que sugieren nuevos horizontes. Muchas gracias por su amistad y sus aportes.

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