
30 Abr Manifiesto por la tierra y la vida: nuestro compromiso desde la academia con la reforma agraria.
Colombia es un país de profundas desigualdades, donde la tierra ha sido escenario de conflictos y resistencias. El campesinado, que alimenta a nuestra nación, ha sido el actor más victimizado en el marco de la guerra civil y ha enfrentado las consecuencias de la violencia estructural y la falta de una justicia para el campo. Históricamente, políticas injustas han concentrado la tierra en pocas manos, negando a millones el derecho a un futuro digno. Las cifras del despojo son contundentes: millones de hectáreas arrebatadas, miles de familias desplazadas y un modelo económico que sacrifica la vida de las comunidades y pueblos.
El campesinado, los pueblos indígenas, las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras y urbano-populares han resistido con dignidad, defendiendo la tierra como alimento, cultura y vida. Su lucha ha sido fundamental para enfrentar un modelo agrario extractivista y excluyente.
Hoy, como académicos y académicas comprometidos nos sumamos a esta causa con humildad y convicción y reconocemos que la reforma agraria es una deuda histórica y una condición esencial para la paz. La ciencia tiene el deber de aportar conocimiento crítico y acompañar las luchas que buscan transformar esta realidad. Frente a esto, nuestra posición es clara: apoyamos una reforma agraria que garantice derechos, provea bienes públicos, repare a las víctimas y priorice la soberanía alimentaria y el cuidado de la naturaleza y del agua. La reforma agraria y la implementacion del acuerdo de paz son imperativos historicos.
Este es un momento crucial, y la academia debe asumir su responsabilidad con valentía y compromiso.
Reconocemos que las contradicciones de este país son compartidas con otros pueblos oprimidos del mundo; por eso, consideramos fundamental el diálogo con experiencias de politicas redistrbutivas de tierras de otras naciones. Reivindicamos el pluralismo de saberes, desde la diversidad de contextos, territorios y regiones.
Nuestro papel no es neutral: debemos cuestionar las estructuras de poder y trabajar de la mano con los movimientos sociales, las comunidades y los pueblos por la justicia social, ambiental, hídrica y agraria que se traduzca en la incidencia en politicas publicas que garanticen el goce efectivo de derechos.
La construcción de conocimiento debe ser una herramienta para transformar, no para legitimar opresiones. Rendimos un tributo a la memoria de colegas como Hernán Henao, Jesús Antonio Bejarano, Elsa Alvarado y Mario Calderon, cuyas vidas fueron arrebatadas por defender estas causas.
Su legado nos inspira a seguir luchando por la justicia que ellos soñaron. Además, nos solidarizamos con las comunidades en resistencia, como las de Jericó presentes en este encuentro, que enfrentan el extractivismo, la violencia y el despojo.
Como academicas, investigadoras y comunidades nos organizamos y luchamos por condiciones dignas en el ejercicio de la investigación, la docencia y la extensión, y por la defensa de las universidades públicas. Reafirmamos nuestro compromiso con una reforma agraria justa, con la defensa de los territorios y nos comprometemos a trabajar por un futuro donde la tierra signifique el cuidado de la vida.
Por estas razones, hoy hacemos el lanzamiento de una red de investigadoras e investigadores que desarrolle una agenda de construcción de conocimiento sobre los doce puntos del Pacto por la tierra y por la vida!.
¡Por una tierra para quien la trabaja, por una academia al servicio del pueblo!




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